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Cada uno de nosotros tiene una forma de observar el mundo.

Esta forma de observar, está impresa entre otras, por nuestras creencias, nuestras experiencias vividas y nuestros valores; determinando así lo que somos, lo que esperamos de los demás y también de nosotros mismos. Creamos nuestros juicios, valores y hasta aquello que comúnmente llamamos “verdad”.

Es así que nos transformamos en Observadores únicos, donde tendemos comúnmente a reaccionar de una misma forma ante los mismos estímulos.

A modo de ejemplo, si me tocan bocina cuando el semáforo está en rojo y en ese mismo instante me chocan, esta experiencia hace que cada vez que me toquen bocina y el semáforo esté en rojo, mi cuerpo se ponga en alerta y mis emociones sean iguales a aquellas vividas en mi experiencia anterior.

Aquel que no vivió mi misma experiencia, claramente no tendrá la misma reacción ante una bocina cuando el semáforo se encuentre en rojo. Este Observador único que somos, condicionará nuestras relaciones con todo lo que nos rodea.

Quien soy

Soy un incansable buscador de lo que atrapa a los hombres en sus vidas; encontrarlo, mostrarlo y poder trabajarlo es uno de los placeres máximos que me regala mi misión como Coach Ontológico.

Cuatro son los principios fundamentales en los que basamos todo nuestro de trabajo. Sabiendo además, que son vitales para toda relación humana que busque la paz, el amor, el respeto y la convivencia armónica en cada espacio.

1. El ser humano es amor

Todo aquello que integra a las personas que no surge del amor, fue creado por nuestras experiencias vividas y llegamos a adueñarnos de ellas porque creímos que servían, que nos acercarían a nuestros objetivos, a la verdad. Por lo tanto, encontrarlo, aceptarlo y trabajarlo es el primer paso para entendernos y crecer en armonía. Todos somos amor; el que lo veas, entiendas, experimentes e incorpores, es nuestra tarea.

2. Somos parte del todo, y el todo habita en nosotros.

Vivimos conceptualmente y espacialmente entendiendo que el separar nos da información para crecer y desarrollarnos, pero es esto mismo lo que muchas veces nos aleja de la sabiduría que existe en la totalidad.

Estos paradigmas duales, de la separación del “yo individual” sobre el “yo colectivo” están caducos. Seguirlos aceptando, nos aleja aún más de las soluciones a los nuevos desafíos que enfrentan los individuos y las empresas en los tiempos que se avecinan.